Los sellos estropeados su porcentaje de depresiación


¿Cuántas veces nos hemos encontrados consellos rotos, emborronados o simplemente deteriorados y no hemos sabido muybien que destino darles?
El presente comentario pretende solamentellamar la atención sobre este detalle y tratar de arrojar un poco más de luzsobre esta cuestión, poniendo el acento en los sellos más gravemente dañados,para tratar de aquilatar cual es el valor que debemos darles.
a) Concepto de sello estropeado desechabley aprovechable.
El primer problema que se nos presenta, esque no es fácil determinar qué es exactamente un sello estropeado, en elsentido de sello inútil para una colección y fijar por tanto la frontera, entreel sello estropeado completamente inútil o desechable y el meramente defectuosoy por tanto aprovechable
A pesar de que evidentemente ladeterminación de que sea un sello estropeado desechable, es cuestión que cadacoleccionista habrá de establecer por sí mismo, es posible intentar estableceralgunas pautas que pueden ser de interés general y para ello, una buena formade acercarnos al problema, puede ser la de observar lo que otros han escrito enInternet sobre este particular:
1) En la página de la Dirección General deCorreos del Ministerio de Gobernación de la República del Salvador (Correosde El Salvador), esto es, una página oficial, se nos dan unas primerasorientaciones sobre el tema:
“Cuando se desee comprar un sello esconveniente:
1) Que el ejemplar ofrecido no tengaroturas.
2) Que sea limpio si es usado.
3) Que el obliterado o matasellado, noafecte la nitidez.
4) Que su dentado se encuentre completo.
5) Debe de estar bien centrado, es decir,con su viñeta equidistante de los bordes blancos.
6) Si el sello está adherido a un sobre,debe guardarse así.
Los sellos rotos, sucios, con matasellosfuertes, dentado, imperfecto, mal centrados, con papel desgastado, pierden suvalor en un 50-80 %.”
2) En la página Web de Los JóvenesColeccionistas, en el apartado curso, se contiene otra referencia sobre lossellos rotos, en los siguientes términos:
Cuando decidamos comprar sellos postales,realizar canjes o lavar las estampillas, se debe tener en cuenta que:
-El matasellos no afecte la nitidez.
-No esté oxidado.
-Esté limpio si es usado.
-El ejemplar no tenga roturas.
3) En la página de Selloland, sección “El rincón delprincipiante, mi primera colección” se apunta lo siguiente:
La forma más sencilla y económica deiniciar una colección de sellos es reunir los que se encuentran en las cartasque recibimos y en las que reciben nuestros amigos y familiares, seleccionadosólo los que no estén rotos.
Un sello en mal estado o defectuoso afeauna colección.
4) En la página de Takuma,apartado preguntas frecuentes, se nos dice también esto:
“¿Por qué no me conviene comprar sellos porpaquetería?
Porque nos venden sellos repetidos dentrodel paquete, porque sólo podemos ver los que están al frente del sobre ya queraramente nos permiten abrirlos para poder revisarlos, también contienen estospaquetes sellos de bajo valor y son series incompletas, usadas, yfrecuentemente de países nocivos o inexistentes, hasta a veces hay sellosrotos, lavados, con óxido, con raspaduras, con marcas de dobleces, escritos, yde poco interés temático.”
5) En otra curiosa página sobre lafilatelia en la literatura hay un pasaje del libro Losamiguetes del pequeño Nicolás en la que se afirma:
“Lo que estaría muy bien - nos dijo Rufo -es que vosotros hicierais colección de sellos; entonces podríamos cambiarlos.Papá me dijo que así es como se llegan a hacer colecciones formidables. Perolos sellos no tienen que estar rotos, y sobre todo es preciso que tengan todoslos dientes.”
6) En la página de Habana Radio, en el apartadode filatelia se afirma esto:
Al comprar un sello de correos es buenotener en cuenta que el ejemplar no tenga roturas y si es usado que esté limpio.Además la cancelación o matasellado no debe afectar la nitidez de la estampillay su dentado debe estar completo. No olvide que el sello debe estar biencentrado, es decir que su viñeta equidiste de los bordes blancos.... Compruebeque el sello sea auténtico ya que existen reimpresiones y, sobre todo,imitaciones. Los sellos rotos, sucios, con matasellos fuertes, dentadoimperfecto, mal centrados, con papel desgastado, pierden su valor entre un 50 aun 80 por ciento.
7) En la pagina del CorreoArgentino se insiste en parecidas ideas:
“Al comprar o canjear estampillas, tenga encuenta que no estén rotas, ni sucias, que el matasellado no afecte su nitidez,que su dentado sea completo y que estén bien centradas, es decir, con su diseñoequidistante de los bordes blancos.”
8) Finalmente en la página sobre la LoteríaOficial de México, se nos dice respecto de los billetes de lotería:
Se consideraran billetes rotos aquellos quese presenten en dos o más fracciones. Deteriorados aquellos que se presentenmaltratados o ilegibles de manera parcial. Mutilados aquellos que se presentenfaltándoles uno o varios fragmentos.
De la lectura de estas citas se extrae laconclusión de que la recomendación general es la centrarse en los ejemplaressin defectos, pero es muy poco lo que se nos dice para determinar cuando unsello estropeado es aprovechable o no.

b) Clasificación de los defectos en lossellos estropeados.
De cuanto se ha expuesto se desprende queno existe un perfil muy claro de la diferencia que pueda existir entre un selloestropeado desechable y otro simplemente estropeado pero todavía aprovechable,y mucho menos en torno al problema de hasta que punto resulta depreciado un selloestropeado que vale la pena conservar, pero sí que resulta posible empezar aestablecer algunas pautas de clasificación de los defectos de los sellosestropeados, para ir así aproximándonos al problema central, que es determinarcuando el defecto es o no invalidante.
- Los sellos partidos, serían aquellos que se presentan en  dos o más fragmentos completamenteindependientes. Suponen el caso extremo de sello estropeado al presentar unarotura total.
- Los sellos mutilados, serían aquellos a los que les falte un buen pedazo delsello que afecte a la propia imagen de la efigie, más allá de la defensa de lazona “blanca” que rodea a esta. Equivalen a un sello partido del que sólo seconserva el fragmento principal.
- Los sellos cortados o rasgados, serían aquellos que presentan un corte orasgadura separable con el dedo o las pinzas y que no llegue a alcanzar latotalidad del sello. Si el tamaño del corte es muy grande, pueden conceptuarsecomo equivalentes a los sellos partidos.
- Los sellos deteriorados, serían todos aquellos que hayan sufrido algún tipo deaccidente o percance, una vez salidos de las oficinas de correos, pero sinafectar a la superficie, o tamaño a la vista, del sello. (Se excluyen por tantolos errores y defectos acaecidos durante el proceso de fabricación del selloque pueden encarecer este). Entre estos accidentes, cabe hablar de losmatasellos emborronados, los dobleces, los descarnados o adelgazamientos delpapel, la pérdida de dientes o falta de márgenes, la arruga del sello, la inutilizacióna tinta, la inutilización por barrado, los sellos decolorados, raspados, elóxido, los agujeros y picaduras, los golpes, los teñidos de otro color, etc.
Si bien los sellos partidos, mutilados orasgados, vienen a ser lo que habitualmente entendemos por sellos rotos, esevidente que en los sellos deteriorados, cuando el defecto sea muy grave,podremos hablar del equivalente a un sello roto y que en los primeros, si eldefecto es muy pequeño, estaremos en realidad ante un sello deteriorado.
En consecuencia, podemos afirmar quetodavía no hemos conseguido determinar donde está la frontera entre el selloinútil y el aprovechable, pero al menos se ha establecido una clasificación dedefectos, que nos permitirá proseguir el análisis con más precisión y sabiendoen todo momento de que se está hablando.

c) La componente subjetiva del problema:
No es posible continuar analizando el tema,sin parar mientes en que no estamos ante una cuestión puramente científica omecánica, y sí más bien ante una cuestión de apreciación artística, en cuantoque muchas veces habremos de valorar, no sólo la importancia del defecto en síque presenta el sello, sino también el perjuicio o desvalor que produce a lapercepción de la pieza en su conjunto y por lo tanto no es posible centrar lacuestión sin hacer una incursión en este difícil terreno de lo subjetivo.
En este punto habría que subdistinguir, asu vez, entre una valoración comercial u oficiosa, para entendernos, desde elpunto de vista del catálogo de sellos, o el vendedor y una valoración real oindividual, es decir, tomada desde el punto de vista del concreto adquirente ocomprador, que es la verdaderamente real, en cuanto que lo que se paga por unsello es lo que realmente vale.
-Desde el punto de vista de los catálogosal uso, podemos tomar como ejemplo el catálogo Edifil que, por un lado,considera ejemplares de segunda calidad los descentrados, los usados conmatasellos sucio o emborronado, o con tonalidades apagadas,  -a todos los cuales deprecia en hasta un 50%del valor de catálogo- y que,  por otrolado, y en capítulo aparte, se refiere a los sellos defectuosos (cortes oadelgazamientos importantes), reparados (manipulados para mejorar su aspectoexterno) y lavados (tratados químicamente para borrar el matasellos), de losque afirma: “precio muy inferior al del catálogo y siempre según importanciadel defecto o reparación. En los lavados puede equipararse al precio del sellomatasellado”.
-Desde el punto de vista de los vendedoreso comerciantes, aunque oficialmente se recomienda la adquisición de sello enbuen estado, como quiera que muchos de los sellos que han sobrevivido, sobretodo clásicos, presentan defectos de toda índole, es harto frecuente que paraestos sellos y para sellos clave de emisiones posteriores, los catálogos desubastas al uso, recojan una y otra vez tales sellos, con indicación del preciode catálogo, el defecto que tienen y luego el precio por el que salen asubasta.
Así por ejemplo en la subasta del mes dejulio de 2004  de Casa de Subastas deMadrid, se ofertaban dos ejemplares en usado del dos reales de 1852 Edifil nº14. En ambos casos se indicaba que el valor de catálogo era de 5600 euros. Elprimero, (véase en la imagen el sello de la izquierda), salía en 900 euros conCertificado CEM y en 900 euros se vendió. El segundo aparecía como “Margeninferior corto y defecto en margen derecho” (en la imagen el de la derecha),salía en 400 euros y se vendió en 460.

- Finalmente desde el punto de vista de loscoleccionistas o adquirentes, aunque, en teoría, también parten de la ideabásica de que en su colección sobran los sellos en mal estado, (salvo para unaminoría de gran poder adquisitivo), es lo cierto que, en la gran mayoría de loscasos, sus álbumes presentan, cuando de las piezas más difíciles se trata,sellos barrados, con defectos, reparados, etc y prueba de ello es que esossellos defectuosos que salen en las subastas, al final también se venden y portanto han de ir a parar a los álbumes de los coleccionistas.
En este punto ha de tenerse en cuentatambién que no todos los coleccionistas son iguales y que la propiapersonalidad e idiosincrasia del filatélico, ha de influir en la perspectivacon que se afronta el fenómeno del sello estropeado y en su nivel de rechazo otolerancia hacia el mismo, de suerte que cabe imaginar en líneas generales tresdiferentes actitudes:
- Quien sea completamente perfeccionista ypuntilloso desechará todos los sellos con defecto.
- Por el contrario quien ponga en primer lugarla cuestión de la dificultad objetiva de conseguir un determinado sello, notendrá inconveniente en adquirir un ejemplar muy caro, en estado de barrado odefectuoso y llenar así el hueco de la colección.
- Finalmente quien tenga una visión másromántica del tema, no tendrá empacho alguno en colocar toda clase de sellosdefectuosos y esperar simplemente a ir sustituyéndolos por otros en mejorestado, puesto que concederá más valor al hecho de que un sello haya circuladoy llegado a sus manos, que al estado de conservación del mismo, en tanto notenga otro ejemplar de mejor calidad.
Parece existir por tanto una especie dedoble lenguaje en esta materia, ya que la mayoría de los pronunciamientospúblicos que encontramos en Internet, se muestran refractarios a la idea deincorporar sellos rotos a la colección, y sin embargo, en la práctica  estos sellos aparecen por todas partes(catálogos, subastas, en mercadillos a la venta, en los álbumes de muchos denosotros, etc).
En definitiva, la conclusión parece clara,no hay que dar a esos pronunciamientos de la red, más que un valor puramenteinformativo, a manera de orientación para principiantes, puesto que frente atales declaraciones, tanto compradores como vendedores sí conceden un ciertovalor, en ocasiones muy importante, a sellos rotos o gravemente defectuosos,como lo prueba esa venta de un sello con defectos, a la que antes se aludía, en460 euros, unas 75.000 pesetas.
La reiteración en el mensaje de que elsello roto no vale, es posible que disuada de su adquisición a un buen númerode coleccionistas poco expertos o principiantes, pero no creo que haya muchoscoleccionistas en España, que rehusaran comprar, en un euro, un ejemplar del 2reales de 1851, fuere cual fuere su estado de conservación. La decisión deabrir la puerta al sello estropeado, por tanto, es perfectamente posible desdeel mismo momento en que el coleccionista novel toma su primera decisiónindividual (no seguir el Edifil al pie de la letra, hacerse sus propias hojas,no coleccionar todo lo que vende el Servicio Filatélico, etc).
El sello estropeado, en último término, esun fenómeno con el que, salvo excepciones de pudientes y puristas, vamos atener que convivir y que por lo tanto merece detenerse a reflexionar sobre elmismo, pues incluso el más purista se enfrentará a la duda de si debe tirar oguardar un buen sello repetido, que esté roto, o estropeado.
Por ello podemos dejar sentado que, almargen de valoraciones subjetivas imposibles de aquilatar por concepto, existeuna base objetivable, existe un valor real del sello estropeado, y por esomismo hay que porfiar en determinar cuando ese sello no tiene valor y cuando sílo tiene, y en este último caso, en que porcentaje se deprecia respecto delsello en buen estado.
A este propósito único se dirigen lossiguientes apartados de este análisis.

d) La rareza del sello como primercondicionante:
Se trata de un aspecto importante que se ha de tener en cuenta, y que no serecoge en los textos entresacados de Internet: La mayor o menor rareza de unsello incide directamente sobre el nivel de tolerancia que podemos tener, a lahora de considerar si un sello roto, o gravemente defectuoso, puede teneracceso a nuestra colección.
En efecto, si consideramos un sello de 1877al que le faltan tres dientes, y es el único que tenemos, aun cuando no sea unsello especialmente raro, es probable que lo incorporemos a la colección. Porel contrario un sello con igual defecto de 1977, probablemente no loincorporaremos. Es evidente que la mayor antigüedad, como pasa con todas lasantigüedades, eleva el nivel habitual de tolerancia al defecto o rotura.
De igual modo quien tenga un sello de lavisita del caudillo a Canarias, que presente una rotura incluso importante, deseguro lo procurará disimular un poco con una charnela por detrás y lo colocaráen el álbum, cosa que no hará con un sello de 10 céntimos de la serie coetáneade Franco.
En puridad de términos, lo que hacedecrecer el porcentaje de depreciación, respecto del sello en buen estado, noes la antigüedad, sino la rareza del sello, porque sellos muy antiguos como elpelón de 15 céntimos o el 4 cuartos de 1862, gravemente defectuosos careceránde todo valor. Lo que sucede es que, en sellos de valor semejante y algorelevante, siempre seremos más tolerantes con el antiguo, porque el nuevo nosparecerá psicológicamente más fácil de obtener y sustituir.
En la práctica, esto supone tener quedistinguir entre el sello que tiene un valor significativo y el conocido comosello pesetero, o de paquetería.
En el caso de este último, que puede serfácilmente sustituido por otro, su valor tiene que ser necesariamente nulo. Esun sello que no se puede cambiar porque nadie lo querría en ese estado, y esinútil ponerlo en el álbum, porque en poco tiempo habrá de llegar otro en mejorestado y además puede inducir a confusión al coleccionista si marca que lotiene en el catálogo o mancolista y luego olvida reemplazarlo, o simplementeolvida anotar que lo tiene, pero roto, y no lo reemplaza. En estos casos lomejor es tirarlo directamente, guardarlo aparte en un sobre (si no se quieredestruir ningún sello, por devoción o por si el matasellos o algún defecto deorigen pudiera darle algún tipo de valor), e incluso cabe la opción de ponerloen el álbum, sin marcarlo en el catálogo.
Por el contrario, en el sello difícil deconseguir, el valor del sello estropeado se irá incrementando conforme vayacreciendo el valor del mismo sello en buen estado. Lógicamente en los sellos demenor valor el porcentaje de depreciación será muy alto, pero conforme nosvayamos acercando a sellos de más rareza y por tanto más valor, el porcentajede depreciación será menor. Esto supone que si tuviéramos que dibujar unarepresentación general del porcentaje de depreciación de un sello, en funciónde su rareza, la curva resultante tendría forma logarítmica.

Se puede apreciar como en la parte derecha de la gráfica se colocarían los sellos más caros en estado normal, donde los ejemplares estropeados tendrían una importante valoración y por tanto, aun descontada la depreciación, el valor del sello estropeado (representado por las columnas)  sería significativo. Conforme se avanza hacia la derecha, aunque el sello tenga el mismo defecto que el primero (roto por el mismo sitio, por ejemplo), al ser un sello más corriente,el valor del ejemplar defectuoso decrece rápidamente, porque se le ha tenido que aplicar un porcentaje de depreciación mucho más alto.
En resumen, conforme mayor es el valor deun sello, más pequeño es el porcentaje de depreciación, pero ambascircunstancias no son inversamente proporcionales, sino que, conforme el selloestropeado va siendo de más valor, el porcentaje de depreciación decrece másque proporcionalmente, lo que en la práctica supone también que, en el sello deescaso o nulo valor, la depreciación aumenta más que proporcionalmente, ytermina por ser de un 100%.
En consecuencia, se ha de concluir, frentea lo sostenido en los pronunciamientos tomados de Internet, que no es posibleestablecer un porcentaje genérico de depreciación del sello, (según el tipo dedefecto), como el del 50-80%, sino que en principio, la depreciación dependerádel juego combinado de al menos dos factores: el valor real del sello en buenestado, en primer lugar, y sólo en segundo término nos podríamos fijar en lagravedad del defecto que presente.

e) La calidad general del sello comosegundo condicionante:
En la misma línea de lo anterior, se ha detener en cuenta que los ejemplares de un mismo sello pueden presentar diferenciasprevias entre ellos que, al margen de la rotura o desperfecto principal cuyaincidencia negativa se trata de precisar, hubieran supuesto de no mediar este,una importante diferencia de valoración. Para entendernos, es lo que elcatálogo Edifil define como ejemplares de lujo, normales y de segunda calidad.
Al margen de que criterios definen a cadauna de esas tres categorías, es evidente que si dos sellos iguales presentan elmismo tipo de defecto, pero uno es un ejemplar de lujo y el otro corriente o desegunda calidad (descentrado por ejemplo) el porcentaje de depreciación actuaráde manera claramente más intensa en el segundo que en el primero.
Esto es razonable que sea así, pues en lapráctica, estas categorías que hace el catálogo Edifil, se relacionan en buenamedida con la rareza de los ejemplares, de manera que los ejemplares de lujoson más raros que los normales, por tanto tendrán más valor y, en consecuencia,les será de aplicación el mismo tipo de razonamiento que conducía a la gráficaanteriormente descrita.
A la inversa, si tenemos dos ejemplares delmismo sello, con el mismo defecto, (rotura por ejemplo) uno normal y otro desegunda calidad, en cuanto que el valor del segundo será menor que el delprimero, el porcentaje de depreciación actuará más que proporcionalmente en elsegundo respecto del primero, y por eso en la gráfica el segundo estará situadomucho más a la derecha que el primero, ya que la depreciación creceprogresivamente conforme disminuye el valor de partida del sello.
En definitiva, y de igual manera a como ladepreciación puede llegar al 100% en el caso extremo, también es posible quequien tenga un sello de dos reales de 1851, con colores vivos, mataselloslimpio y buenos márgenes, que presente un corte en una esquina faltándole lamisma, no lo cambie por un ejemplar normal, de color normal, con matasellosnormal que no presente la misma limpieza que el anterior, y márgenes apurados.Visualmente el primero puede ser superior al segundo, a menos que la esquinamutilada fuera tan grande que la proporción se invierta.
Por este motivo, si un sello roto puedeequipararse a uno entero, habrá que concluir que, si bien un sello de lujoroto, valdrá menos que un sello de lujo íntegro, es posible que un sello delujo defectuoso valga tanto como uno normal íntegro. Incluso si el defecto esmenor, podría darse el caso de un ejemplar de lujo defectuoso, superior a unonormal, y como en principio el valor 100 se supone le corresponde al sellonormal en buen estado, tendríamos que concluir que el porcentaje dedepreciación se mueve en una escala mucho más amplia que ese 50-80 negativo, ypodría abarcar del 1 al 100%, y que, aunque el porcentaje de depreciaciónsiempre existe, puede ser compensando en parte por lo extraordinario de la calidaddel ejemplar que padece el defecto, de manera que si el valor normal del selloes 100 y aplicamos el porcentaje de depreciación del 10% a un sello de lujo quevale 120, quedaremos por encima de 10, concretamente en 108.
Puesto que aquí nos centramos en losdefectos graves, lo más correcto sería imaginar que a ese sello de lujo quevaloramos en 120, (Edifil habla de un incremento de entre un 50 y un 100% delvalor de catálogo) le aplicamos un porcentaje de depreciación del 30%, lo quenos deja el sello en un valor teórico de 84 sobre 100, lo cual es más de lo queindica el Edifil para un ejemplar de segunda calidad (precio inferior hasta enun 50 al valor del catálogo) pero sin otros defectos, por ejemplo, un sellodescentrado.

f) El valor de mercado del sello comotercer condicionante:
De igual manera, todos los extremos quecontribuyen a incrementar la calidad de un sello desde el punto de vista de suvalor de mercado, y cuya existencia, produce un efecto similar al que generaríamayor rareza (tales como el estar nuevo en los sellos que se valoran más ennuevo, o usado en los que así ocurre, el presentar tal o cual matasellosespecial, el presentar tal o cual variedad o error de color, el presentarse enbloque de dos, de cuatro o en carta, etc,) darán lugar a que el porcentaje dedepreciación juegue con menor intensidad, como no podía ser de otro modo,porque al tener más calidad el sello de partida, el defecto pesará menosrelativamente y siempre siguiendo la misma regla de que los porcentajes no crecena la misma velocidad, porque será de aplicación el mismo mecanismo que informala gráfica tantas veces citada, de suerte que, por ejemplo, si a un sello usadode valor de catálogo 1000, le corresponde un porcentaje de depreciación del80%, y a otro de valor de catálogo 2000, del 70%, si el sello del principio, envez de usado fuera nuevo y su valor de catálogo fuera de 3000, en vez decorresponderle una depreciación del 60%, le corresponderá una menor: 57%.,55%,...

g) El impacto visual negativo como cuartocondicionante:
Llegados a este punto, es preciso advertir,que si bien no es fácil establecer criterios de pérdidas de valor de un mismosello, según el tipo de defecto que presente, si es posible realizar unaincursión en este ámbito, si no se pierde de vista la base misma de lo que esel coleccionismo o, al menos, una de sus razones fundamentales.
¿Porqué se colecciona? Si dejamos al margen el coleccionismo puramente de tipoinversor o especulativo que, evidentemente, se rige por cánones ajenos al coleccionistaque tiene afición o pasión por los sellos, se han dado toda clase deexplicaciones a esta pasión, desde el placer de la caza del ejemplar que falta,la sensación de superar una prueba al conseguir un sello difícil, la sensaciónde tener un trozo de historia en las mano, el que la filatelia da lugar a unacolección con antigüedad y fácil de guardar y contemplar, la posibilidad deespecializarse en una emisión, etc, pero todas esas explicaciones, con serciertas, no justifican, por sí solas, porque hay cerca de 100.000 lotesdistintos de sellos a la venta en Ebay en estos mismos momentos, en un fenómenoque solo es igualado por las monedas.
Puesto que el sello es un mero papel, queno tiene siquiera el valor intrínseco del metal que puede tener una moneda, nila antigüedad tan remota que tienen muchas de las monedas que se coleccionan,es evidente que tiene que tener algo muy singular que lo haga tan perseguido yadmirado y ese algo, en mi opinión, es que se trata de una manifestaciónartística, evidentemente visual, y que por su propia dimensión se ajusta mejora la formación de efectos de conjunto.
Desde el punto de vista visual, tanto elsello como la moneda pueden colocarse en número plural en una páginaproduciendo efectos visuales de conjunto. En ambos casos también es posiblejugar con el efecto visual de las diferencias de color, (aunque la gama decolores de los sellos es muy superior), con el efecto de las diferencias detamaño, (más frecuente en las monedas pero igualmente posible en los sellos), yen especial, con el efecto de conjunto que forman las series de sellos ymonedas, más intenso y variado en el caso de los sellos, porque puedencolocarse de modo diferente por el coleccionista que diseña su página, o queelige de entre las varias que se ofertan en el mercado, al tiempo que, comopuede comprobarse en la Exposición Virtual, en una misma página es posiblejugar con colores, tamaños, con el propio aspecto de los sellos, (por ejemploserie forjadores de América), con la comparación de ejemplares normales yejemplares con variedades, con la propia presentación en forma geométrica delos sellos, y un larguísimo etcétera.
Este carácter eminentemente visual, debetraer evidentemente como consecuencia que las roturas o defectos de los sellos,especialmente en ejemplares de cierta entidad, produzcan una mayor depreciacióncuanto mayor sea su impacto visual negativo.
En efecto, si se toma un sello descarnado oadelgazado en todo su reverso, pero que haya conservado intactos su efigie yaspecto exterior, de suerte que una vez colocado en el álbum sea imposibleadvertir el defecto, el porcentaje de depreciación será menor que en el caso deotro sello descarnado sólo en una parte, pero de manera más profunda, de formaque el sello se transparente y se adivine la rotura. (A veces basta añadir unpapel blanco a estos sellos por detrás, o del color dominante en el sellopongamos verde, para que no se trasluzca el negro del fondo y el sello nodesluzca la página).
De igual manera, si tenemos un sello rajadohasta el centro, pero con cuidado procedemos a colocarle un pedazo de charnelaal reverso, de manera que no se aprecie la línea de rotura, produciremos unimpacto visual negativo mucho menor que el que crearía un sello que tenga unamordida y le falte un pedazo entero en un lateral, incluso siendo menor lalongitud de la línea de corte.
Hay casos donde la lógica del coleccionismoentrará en pugna con el instinto del coleccionista: ¿Qué es preferible?,¿Colocar un sello íntegro pero con un matasellos tan emborronado que necesitasdiez minutos para saber que sello es, o colocar uno visualmente perfecto peroque está rajado hasta el centro? Si el coleccionista se fija en el concepto“integridad del sello” como primer mandamiento del coleccionismo, acudirá a laprimera solución, pero si se atiene, no a lo que dicen los que se pronunciancontra los sellos rotos, sino a lo que hacen, si se atiene a su instinto decoleccionista, seguramente pondrá en el álbum el segundo mientras le llega unejemplar mejor, porque la diferencia visual es muy importante a favor delrasgado. De hecho es posible escoger un sello tan emborronado, o descolorido,donde sea prácticamente imposible determinar de que sello se trata y frente aeste,  colocar un sello del mismo tipoal que le falte un trozo, pero sea vistoso y se reconozca perfectamente de quesello se trata.
A título de ejemplo de este últimosupuesto, sello emborronado versus sello al que falta un trozo, bastecontemplar la imagen de dos sellos correspondientes al número 97 Edifil:

Es preciso pues concluir que el porcentajede depreciación de varios sellos iguales, por tener una rotura o defecto grave,dependerá del impacto visual negativo que genere el defecto, el cual puedetraer causa de la falta de una parte del sello (mordida), de la dificultad quesuponga para la identificación visual del concreto sello de que se trate (porejemplo sello descolorido o con matasellos emborronado), o del efectoantiestético que  produzca una agresiónsufrida por el sello: (matasellos con mancha de grasa, mancha de oxido, teñidode rosa, etc.)
 Dicho de otra manera, frente a lo que a primera vista pudieraparecer, se depreciará menos un sello rajado y disimulado, que otro con unamordida que salta a la  vista, y se depreciarámenos un sello rajado y disimulado pero de buena presencia, que uno entero peroirreconocible por matasellos o decoloración.
Con esto no se está haciendo aquí unadefensa de las técnicas de reparación de sellos con vistas a su venta aterceros. En cualquier restauración arqueológica se da por aceptado que hay quepegar los trozos rotos de un jarrón y cubrir los huecos con pasta. Lo que seestá afirmando es que el coleccionista que tiene un sello estropeado o piensaadquirirlo, debe acercarse a él sin prejuicios, y analizar si con unareparación que no afecte al sello en sí, puede aminorar el impacto visualnegativo del defecto y decidir, si la relación belleza-defecto, ocalidad-precio, merece intentar disimular la reparación o adquirirlo con estafinalidad.
No se trata aquí por tanto de lavarloquímicamente para quitarle un matasellos, ni siquiera de una práctica tanhabitual, y admitida por todos, como la que se aplica a las arrugas dedeterminados tipos de sellos, que mediante un leve planchado desaparecen sindejar señal, como tampoco de introducirlos en una solución química paraquitarles las manchas de óxido. Se trata simplemente de unir dos fragmentos, deconsolidar una fractura, o de colocar un papel de color detrás para minimizarun defecto. Son sólo técnicas para aminorar el impacto visual negativo en elálbum, pero bien patentes a la vista del sello por el reverso.

h) La afectación de la integridad físicadel sello como quinto condicionante:
A la vista de todo lo expuesto, aparececlaramente que, frente a los pronunciamientos extraídos de Internet, que selanzan directamente a hablar de la depreciación que producen determinados tiposde defectos en los sello, en realidad, el tipo de defecto que tenga un sello noes sino un condicionante de quinto nivel.
Dicho de otra manera, sólo en el caso dedos sellos iguales en rareza, calidad, especialidad y en impacto visualnegativo por consecuencia de distintos defectos, entrará en juegosignificativamente como criterio de depreciación, el de la clase de defecto queafecte a la pieza en cuestión.
Siempre se depreciará menos un selloadelgazado y disimulado que otro sello idéntico, pero rajado y disimulado, si ala vista ambos parecen igual de defectuosos porque, mentalmente, es menos graveun adelgazamiento que una rajadura o rasgadura.
Es decir, sólo en último término, elrespeto a lo que podríamos definir como “la integridad física o material” delsello, aparece como un criterio que valorar y lógicamente el porcentaje dedepreciación del sello se incrementará conforme más afectada resulte esta baseo soporte físico del sello: Tijeretazo, mancha de aceite, mordida, rasgado,etc.

i) Conclusiones:
Conforme vamos incrementando el número defactores que van surtiendo efectos en este ámbito, al tiempo que interaccionanentre sí, con más la natural variación que introducen en la cuestión lasparticulares filias y fobias de cada coleccionista, habremos de ratificarnos enque resulta sumamente aventurado establecer porcentajes de depreciación de lossellos por culpa de roturas o graves defectos, o afirmar que el porcentaje semueve entre el 50 y el 80% porque, sencillamente, no es verdad.
La diferencia entre el mínimo porcentaje dedepreciación que puede sufrir un ejemplar del sello más caro de España, (delujo en todos los órdenes, salvo en el defecto, que además es el famoso errorde color del 2 reales azul, y que además está circulado sobre carta y sinmatasellar, salvo en una esquina, por mucho que tenga una esquina rota queapenas se ve, porque justo el matasellos la tapa y el impacto visual esmínimo), y la depreciación total que sufre un sello de dos pesetas de Franco de1955 (rajado en dos pedazos independientes), es  ciertamente enorme.
A la vista de todo lo anterior, se puedeconcluir que si bien todo sello que presente una rotura sufre una depreciación,la misma dependerá del juego combinado de muy variadas circunstancias, por loque resultará de utilidad estar a las siguientes pautas orientativas:
Todo sello estropeado, por defectuoso quesea, tiene un valor de partida aunque sujeto a varios condicionantes queincluso pueden llegar a eliminarlo en su totalidad.
Conforme vaya aumentando la rareza delsello, el porcentaje de depreciación irá disminuyendo, pero noproporcionalmente sino progresivamente. El porcentaje de depreciación de unsello estropeado, si este es común o de paquetería, puede llegar a ser del100%. Y se moverá en porcentajes próximos al 100% en tanto en cuanto el valordel sello (que viene determinado por su rareza) no sea  realmente significativo.
Entre dos sellos iguales, si el que tieneel defecto es un ejemplar de lujo, el porcentaje de depreciación será menor quesi se trata de un sello normal. Conforme aumente la calidad del sello,disminuirá no proporcional sino progresivamente el porcentaje de depreciaciónpor el defecto. Si por el contrario el ejemplar que tiene el defecto es ademásde segunda calidad, el porcentaje de depreciación será mucho mayor que si setratara de un ejemplar normal, y a menor calidad del sello con defecto, mayorcrecimiento progresivo que no proporcional, del porcentaje de depreciación.
Entre dos sellos iguales, de igual calidade idéntico defecto, el porcentaje de depreciación será menor si el sello tieneun mayor valor de mercado en razón a los factores que este prima, tales comoser nuevo, tener un matasellos especial, constituir una variedad singular,presentarse en bloque o sobre carta, es decir, que el porcentaje está enfunción de la mayor o menor “especialidad” que tenga el sello. Conforme aumenteese valor de mercado, como producto de dicha especialidad o singularidad,decrecerá, más que proporcionalmente, el porcentaje de depreciación.
Entre dos sellos iguales con igual calidady valor de mercado, pero distintos defectos, la depreciación será mayor enaquel que presente un impacto visual negativo mayor a la vista.
Entre dos sellos iguales, de igual calidady valor de mercado, y además con igual impacto visual negativo a la vista, elporcentaje de depreciación será mayor en aquel sello que tenga másostensiblemente afectada su base física, o sea el papel o soporte que integrael sello
Desde una perspectiva general, la sensaciónfinal que deja este análisis es que buena parte de estos criterios ya anidanintuitivamente en el ánimo de los coleccionistas, que los aplican inconscientemente,pero es posible que una vez desmenuzados de esta forma, ayuden a que lacuestión se contemple desde otra perspectiva, y a que cada cual se replantee siestá de acuerdo con los resultados del análisis, y si sus propios y personalescriterios deben ser revisados a la vista de las ideas que aquí se exponen, cualle ha ocurrido al propio autor de estas reflexiones.
Una segunda impresión, es que ladepreciación de un sello roto es un concepto sujeto a múltiples variables,entre las que no cabe desdeñar el propio posicionamiento de cada coleccionista,pero que, en el caso de quienes estén de acuerdo en lo esencial con las tesisaquí sostenidas, tiene que superar los conceptos barajados al uso y admitir queel porcentaje de depreciación puede mostrar un espectro muy amplio y alcanzardesde el 100% en ejemplares defectuosos, hasta dejar un sello de lujo en elmismo valor que un ejemplar normal, lo que viene a ser algo similar a un cero %de depreciación.

j) ¿Está de acuerdo el mercado con estoscriterios de medir la depreciación?
Esta es cuestión que requeriría un largoestudio y disponer de mucho material, espacio y conocimientos que superan lasposibilidades de est espacio y del propio autor, ello no obstante, y por haceruna primera aproximación al problema, tenemos que en la subasta a que antesaludía, se subastaron tres ejemplares del sello número 2 de España, el 12cuartos lila.
Sobre un precio de catálogo de 300 eurosteóricos, el primero se describía como “Buen ejemplar de amplios márgenes”, (esdecir un sello sin defectos), el segundo como “Grandes márgenes ligeroadelgazamiento” (luego mejor presencia, pero con defecto) y el tercero como“Sello con diversas rozaduras en el anverso. (o sea con defecto importante)

Pues bien, el primero por la izquierda seadjudicó en 115 euros, el segundo, que se aprecia en el centro en 54 y eltercero, situado a la derecha, en 24.
A pesar de que el segundo sello tiene menossuperficie manchada con matasellos y mejores márgenes, la depreciación respectodel primero fue de más del 50%. En el tercero pese a la casi total ausencia dematasellos, la depreciación fue de más del 75%.
En este caso, al menos, parece que para elmercado la cuestión clave seguiría siendo el concepto “integridad” del sello.
¿Acierta el mercado o estamos simplementeante el resultado de la aplicación de determinados criterios tradicionales oheredados que irán evolucionando hacia las tesis aquí sostenidas?
Todo es posible, porque en la misma subastatambién se ofertaron tres sellos usados del 19 cuartos de 1867, que es elnúmero 90 de Edifil, con valor estimado de catálogo 420 euros y precios desalida en 140, 64 y 50 euros.

Sus descripciones son: El de 140 euros yprimero por la derecha: “Algún  dientesuperior ligeramente irregular. Centraje de lujo y matasellos que respetaefigie”. El de 64 en el centro: “Ejemplar de gran presencia, dentadoligeramente retocado” y el de 50, situado a la izquierda: “Precioso sello porsu centraje y pese a corte en la parte superior”. (Se observa un roto que partedel dentado y llega hasta la parte superior de la E de Correos).
Pues bien, el único que se adjudicó fue elroto en 50 euros, el cual, evidentemente, y en cuanto al golpe visual, pareceel mejor de los tres.
Sólo el tiempo, acompañado de un pacienteestudio, nos dirá que tendencia se impone, pero en todo caso, lo que sí escierto, es que habrá que reconsiderar el tema de la depreciación de los sellosestropeados, habrá que seguir las tendencias y modas del mercado con curiosidady sobre todo, se deberá estar atento a los valores clave con defectos pocoostensibles a la vista, es decir, que no perjudiquen al “impacto visual” delsello, porque se puede conseguir genero difícil por debajo del precio quecorrespondería a la calidad visual de esas piezas (como ese sello nº 2 deEspaña adjudicado en 54 euros, e incluso el adjudicado en 24 euros), y ahí cadauno tendrá que tomar su decisión personal.
Con esto se da por terminado este pequeñoestudio en la confianza de que haya resultado de interés para sus lectores.

Carlos Juan Valiña

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